
Directora Creativa
Alexandra Arévalo
INMOV, Colombia
Si tuviera que definirme, sería como un collage en constante edición: diseñadora, animadora, ilustradora, directora creativa, escritoria wannabe, feminista declarada y, en mis ratos libres, astróloga no certificada. Nunca fui la niña de las matemáticas (todavía me da ansiedad Excel), pero invertí horas dibujando, escribiendo canciones y pociones mágicas, disfrazándome de personajes inventados por mi cabeza y diseñando maquetas para mis juguetes. Cuando llegó la gran pregunta de “¿y vos qué vas a hacer con tu vida?”, la respuesta fue simple: crear.
Estudie y trabaje mucho, sacrificando horas de sueño, sueldos y hasta relaciones por apostarle a esta convicción: que mi vida no se iba medir por parámetros de otros, sino por la cantidad de mundos que me atrevería a explorar, total era la primera mujer de mis antepasadas en intentarlo y en lograrlo.
De Cali me fui a Brasil con dos maletas, muchos miedos y cero portugués (spoiler: terminé hablando hasta con acento curitibano). Iba por un año, me quedé cuatro. Aprendí a vender ideas, a amar el mundo audiovisual y a encontrar mi familia al otro lado del continente, sobreviví a comentarios xenofobos, creí que en latinoamérica no me sucedería y confirmé que sí, lo mío era rebelarme.
La pandemia me regresó a Colombia y la vida me lanzó otro reto: Bogotá, Sancho BBDO y mi primer gran cargo como Directora Creativa. Otra vez dos maletas, pero esta vez cargadas de aprendizajes, ganas y un síndrome del impostor controlado. Fueron tres años de crecimiento acelerado, donde descubrí que la creatividad brilla más cuando se mezcla con personas, y más porque ser la mamá de los pollitos (así me llamaba mi equipo) era lo que me motivaba a dar lo mejor de mi.
Después llegó INMOV, mi traga laboral por el momento, un constante laboratorio phygital, donde descubrí que los grandes como Coca-Cola, Nestlé o Bancolombia se conquistan mejor con ideas que mezclan arte, tecnología y emoción. Y así, entre proyectos, pitches, trasnochadas y risas, he sumado más de 10 años de experiencia que me han hecho no solo mejor creativa, sino también más consciente de que nunca he caminado sola.
Hoy, mi yo actual no quiere títulos rimbombantes ni bustos de mármol en una sala de juntas. Quiero seguir incomodando a quienes creen que la creatividad se hace en traje sastre y con cara seria. Me gusta llegar a las reuniones con ideas que parecen imposibles, con frases que suenan a chiste pero terminan siendo estrategia. No me interesa ser “la mejor creativa del país”, me interesa ser la que se divierte creando, la que arma equipo con otras mujeres imparables y la que siempre guarda un poco de esa niña que prefería inventar mil cosas a hacer la tarea. Mi plan no es encajar, es desordenar la mesa para que todas tengamos un lugar en ella.